Del rosa al morado en apenas dos horas...



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Del rosa al morado en apenas dos horas...

 

El pasado 30 de noviembre se hizo pública la observación de un ejemplar de estornino rosado (Pastor roseus) en la localidad de Daganzo de Arriba, en lo que era la primera cita de esta especie para la Comunidad de Madrid. El pájaro en cuestión había aparecido en una parcela de un chalet adosado, muy aquerenciado comiendo en un árbol de caquis. Para deleite de docenas de pajareros y sorpresa de no menos vecinos, este viajero procedente del Este, decidió frecuentar el lugar durante unos cuantos días. Viendo la calidad de las fotos publicadas en las diferentes redes sociales parecía además que se mostraba muy confiado. Un bicho para gozar... vamos.

Fotos del día 1 de diciembre del estornino rosado (Pastor roseus) de Daganzo de Arriba, junto a los caquis de los que se alimentaba y en el suelo © Delfín González

El estornino rosado es una especie que cría en el Este de Europa (Rumanía, Bulgaría, Ucrania, Grecia y Turquía, principalmente) y Asia (Kazajistán, Uzbekistán, Kirgistán...), considerándose irruptivo, cuyas poblaciones oscilan enormemente cada año dependiendo de la disponibilidad de alimento. En estas fechas la mayor parte de los estorninos rosados están invernando en el subcontinente indio. Se trata de un visitante bastante raro pero casi habitual en nuestro territorio, principalmente durante los pasos migratorios y casi siempre permaneciendo poco tiempo en los lugares donde son observados. Al hecho de su extrema rareza en el centro de España, se unió su comportamiento predictivo que invitó a multitud de observadores a acercarse a este municipio madrileño. 

Estos son los antecedentes, aunque seguramente a estas alturas no hubiera hecho falta ni siquiera mencionarlos. Personalmente ya había visto estorninos rosados en Rumanía y Kazajistán, incluso en una ocasión en la Noruega ártica, donde se puede decir que es más raro que en España. Dadas las restricciones de movimiento por la actual pandemia, y por haber disfrutado de esta especie con anterioridad, mi habitual ansiedad ante determinados registros de aves raras a tiro de piedra, parecía calmada en esta ocasión. Total... viviendo en otra provincia y aunque mi condición de aútonomo (que otorga más inconvenientes que ventajas) me permitía movilidad, decidí esperar con cierta indiferencia hasta el fin de semana. A pesar de la imposibilidad de entrar en la Comunidad de Madrid en estos días, los que tenemos padres dependientes sí tenemos permiso para ir a visitarlos. Y esto era lo que tenía pensado hacer desde hacía ya un par de semanas.

Irremediablemente, a medida que iba pasando la semana, esa "indiferencia" fue dejando paso poco a poco a cierto "desasosiego"... fotos por aquí, mensajes de WhatsApp por allá... comentarios del tipo... "es que está a huevo", "al tío no le importa la gente", "se pasa horas comiendo en el árbol o posado en una chimenea cercana"... y el definitivo: "si vas... imposible que no lo veas". Así pues, aprovechando la coyuntura y que Daganzo está a apenas 20 minutos en coche de la casa de mis padres, camuflé prismáticos y cámara en mi equipaje. Cuando llegué a Madrid el sábado al mediodía me pareció precipitado salir corriendo, además había asuntos familiares que atender. "Aprovecharé mejor (pensé), la primera hora de la mañana. Le echaré unas fotillos y volveré a casa prontito"................. 

Una nueva toma del estornino rosado (Pastor roseus) de Daganzo de Arriba, ésta del día 4 de diciembre © Gabriel Lorenzo

Cuando llegué al lugar al día siguiente (apenas 3ºC de temperatura) me encontré con otras cuatro personas que acababan de "aterrizar". Eran las 9 de la mañana del domingo 6 de diciembre, y comenzaban a bajar a los caquis los primeros estorninos negros. "Bueno, como no hay mucha luz aún vamos a probar cómo se comporta la cámara". Un par de fotos, revisamos y... ¡perfecto!. Más que suficiente, incluso con bichos en movimiento. A los pocos minutos comienza a llegar más "gente de esa rara de los pájaros". Prismáticos y potentes cámaras van tomando posiciones mientras se intercalan interminables y optimistas saludos. Alguno quizás demasiado efusivo y sonoro para mi gusto. En este mundillo de los pájaros nos conocemos todos... o casi todos... yo saludo primero a Pablo y Pilar, quienes no tardan mucho en irse al ver que la calle va siendo tomada rápidamente por más pajareros... les incomoda la situación y empatizan con un hombre que saca a pasear su perrito. A mí, sin embargo, me mola su cara (o lo que permacece visible de ella) de alucine al ver el espectáculo. Luego intuyo (más que reconocer) a Javier entre su gorro y la mascarilla. Más tarde aparecen Blas, Rosa, Fede, Gracia, Isabel, Guillermo, Ana, Susana... ¡Uf, menuda concentración de caras conocidas!. Mientras hablo en voz baja no quito el ojo a los caquis. A juzgar por la cantidad y el tamaño de los frutos me imagino a un estornino de 10 kilos y metro y medio de envergadura ¡Por lo menos!.

Va pasando el tiempo... ya apenas queda sitio en la acera para la muchedumbre. También entran en escena los primeros vecinos por puertas y ventanas, después de haber aprovechado en la cama la mañana festiva. La mayoría nos ignora y parecen bastante familiarizados con los paparazzi que allí nos encontramos apostados. Alguno se toma un café furtivamente detrás de las cortinas. No es que me importe mucho, pero me pregunto ¿qué pensarán?. Las 10:25 h. ¡¡¡Pueeeeees... a ver si no va a aparecer!!!. El frío se hace sentir más a medida que decrecen los ánimos. La gélida mañana pero soleada hasta ese momento, deja paso a un desfile de nubarrones, presagio de más dudas, y más viento helador. A las 10:50 h. ya tengo bastante claro que el pajarito en cuestión no va a dejarse ver. Aún así y sabiendo que llego tarde a mi cita, prolongo la agonía otros 10 minutos. Puede que haya visto demasiadas remontadas en el descuento. A las 11:05 h. me despido del personal y encaro con desgana el camino de regreso al coche, donde al menos estaré más caliente. Me quito los finos guantes que cogí por error y contemplo mis dedos morados de frío. En ese instante, mientras caliento ambas manos con mi aliento, pienso en el viaje al Delta del Danubio donde vimos muy bien un pequeño grupo de rosados en un día plomizo como el que ahora se ha quedado. Pienso en las inabarcables extensiones de Taukum, en Kazajistán, donde vimos decenas de estas aves en un día mucho más apacible y cálido... incluso se me pasa por la cabeza el día que nos dijeron que había un estornino rosado en una granja perdida de la península de Varanger, en Noruega. Tomo con deportividad (es un decir) el resultado y me aferro a la suerte que tuve en otras ocasiones. Bien pensado podría ser peor... ¿verdad?. Podría incluso reaparecer una vez me haya marchado surprise. Aparto de mi mente la tragedia, arranco el coche y paso por delante de mis camaradas mientras saludo con una mano fría como el hielo. Esta vez sin mascarilla... y con Extremaduro de fondo ¡Este Robe es un poeta!. Y por si acaso... no voy a mirar el móvil hasta que esté bien lejos.

Estornino rosado (Pastor roseus) en el Delta del Danubio, junio de 2014 © Santi Villa

Una observación inesperada de estornino rosado (Pastor roseus) en la peníndula de Varanger, junio de 2012 © Santi Villa

Estornino rosado (Pastor roseus) en Taukum (Kazajistán), mayo 2017 © Santi Villa

Estorninos rosados (Pastor roseus) en Taukum (Kazajistán), mayo 2017 © Santi Villa

Muchas gracias a Delfín González y Gabriel Lorenzo por compartir desinteresadamente algunas de las fotos que tomaron del estornino rosado de Daganzo de Arriba. Yo no llegué por poco, pero estoy seguro de que no las hubiera superado.

Santi Villa Director de Spainbirds Nature Tours