Birdwatching in Spain... pajarear en España



Birdwatching in Spain... pajarear en España

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Birdwatching in Spain... pajarear en España

Por su estratégica situación, entre dos continentes, siendo paso obligatorio para multitud de aves migratorias, y por poseer una gran variedad de hábitats como consecuencia de la influencia climatológica entre regiones tan diferentes, la Península Ibérica alberga una de las comunidades de aves más importantes de toda Europa.

Esta diversidad, apoyada por unas infraestructuras turísticas de primer nivel, y unas comunicaciones renovadas y mejoradas en los últimos 30-40 años, hacen de España un destino muy potente y predilecto entre multitud de amantes de la naturaleza en general, y de las aves en particular.

Efectivamente, miles de turistas ornitológicos visitan cada año nuestro país buscando un selecto ramillete de especies que puede observarse en pocos lugares. Si además añadimos las facilidades con las que se encuentran derivadas de una importante tradición turística, una gastronomía apreciada mundialmente, y una atención profesionalizada de cara al visitante, con una gran oferta de alojamientos rurales, pocos países pueden rivalizar con España dentro de un contexto europeo. Bien es cierto que aún tenemos que mejorar mucho en materia de turismo de naturaleza, pero la base, la materia prima, es sin duda de primer nivel.

El término anglosajón “birdwatching” describe en una única palabra la acción de observar aves. No implica necesariamente tener que viajar o moverse más allá de tu lugar de residencia, pero la motivación por ver nuevas especies y disfrutar con su comportamiento, impulsa a millones de aficionados a la ornitología de todo el mundo a viajar. Muchas de estas personas seguramente desarrollarán su hobby de manera doméstica, visitando otros espacios naturales de otras regiones o provincias, en busca de esas especies que tantas veces han visto en las guías de aves, pero que están ausentes en su radio de acción habitual. Posiblemente la curiosidad, y si la economía se lo permite, tarde o temprano le llevará a realizar desplazamientos cada vez más largos hasta visitar otros países… y otros continentes.

España ha sido y sigue siendo referencia dentro del turismo ornitológico internacional. Los nombres de Extremadura, Doñana, Pirineos, Picos de Europa, Sierra de Gredos, Tarifa, Delta del Ebro, Humedales de Alicante o Albufera de Valencia, son sinónimos de biodiversidad entre los observadores de pájaros de países como Reino Unido, Estados Unidos, Holanda, Francia y Alemania. Uno tan sólo tiene que pasearse por alguna de las ferias internacionales más importantes del sector (algo que recomendamos), como la British Birdwatching Fair, que se celebra cada año en el condado de Rutland, Inglaterra, para darse cuenta de la relevancia de ciertos lugares de difícil pronunciación como Monfragüe o ”Donania”, ese parque nacional con epicentro en la aldea de “Elroquio” (hablamos del Parque Nacional de Doñana y de El Rocio, por supuesto). De esta forma comprobará que pocos son los aficionados que aún no han viajado a estos lugares, encontrando a un buen puñado que lo han hecho incluso en varias ocasiones y en diferentes épocas del año.

Nuestros dos archipiélagos, Baleares y Canarias, también aportan un porcentaje nada despreciable de “ornitoturistas”… un término que se me ocurrió utilizar hace unos 20 años en mis primeras charlas sobre turismo ornitológico, y que debería haber patentado en su momento. Efectivamente, islas como Mallorca, Menorca, Lanzarote, Tenerife o Fuerteventura, ofrecen múltiples posibilidades a los observadores de aves de otros países. La primera, por ejemplo, con espacios naturales como el P. N. de S’Albufera o la Sierra de Tramuntana de importancia sobre todo durante los pasos migratorios por el Mediterráneo occidental, o la última, por cobijar algunas especies únicas en un contexto europeo como la hubara, el corredor sahariano o la tarabilla canaria.

Para aquellos que no lo sepan, el birdwatching o birding, un término algo más familiar y sectario, genera en el mundo una importante industria de consumo. Desde libros y ropa diseñada casi exclusivamente para pasar inadvertido en el campo y poder observar sin ser visto, a instrumentos de óptica como prismáticos o telescopios terrestres, e incluso viajes a cualquier rincón del planeta… allá donde haya pájaros que ver, habrá un pajarero que lo quiera visitar. Un mercado que genera millones de euros en todo el mundo, pero realizado por un pequeño porcentaje de la población mundial. En España esta actividad está claramente en auge, y muestra de ello es la proliferación de ferias monotemáticas orientadas al birding o, como decimos los castellanoparlantes, al pajareo. Aunque la más importante de estas ferias tiene lugar en Extremadura, concretamente en el Parque Nacional de Monfragüe, la ya conocida FIO (Feria Internacional de Ornitología), otros lugares de importancia ornitológica también celebran sus propias versiones, cada vez más populares. Son los casos del Delta Birding Festival (del Delta del Ebro), la Doñana Bird Fair (en el área de influencia del Parque Nacional) o la MadBird Fair, que se celebra en Madrid cada primavera. Una muestra de que esto del birdwatching  ya no es sólo cosa de guiris.

Observación y fotografía de aves

Afortunadamente cada vez más personas en España se acercan a un espacio natural, con cierta regularidad, para observar aves. Es un hecho constatable por los organismos públicos de turismo, las comunidades autónomas (algunas cada vez más interesadas en promocionar elementos diferenciadores dentro del turismo rural) y también, por las pocas y pequeñas empresas dedicadas a ofrecer servicios relacionados con el turismo de observación… y no sólo de aves. Hablamos casi exclusivamente de empresas de servicios de guías de naturaleza y alguna agencia de viajes especializada, como es nuestro caso.

En los 21 años que Spainbirds Nature Tours lleva organizando viajes para observar aves, hemos comprobado el interés al alza de nuestros compatriotas por la contemplación de fauna. En nuestros comienzos apenas había gente en el campo con unos prismáticos colgados al cuello, y mucho menos potenciales consumidores de unos servicios relacionados con la observación de aves. Hoy día, sin embargo, el número de aficionados a la ornitología, mejor dicho, a ver pájaros, ha crecido tanto que ahora comenzamos a exportar turistas a otros destinos lejanos con la casi exclusiva motivación de ver y fotografiar aves.

Precisamente el desarrollo de las nuevas tecnologías ha permitido el acceso a equipos semi-profesionales de fotografía a un público numeroso, por lo que la cantidad de las personas que se acercan a la naturaleza ha crecido exponencialmente en los últimos años. La fotografía digital ha abaratado los costos de retratar o filmar la fauna salvaje con una calidad inimaginable hasta hace un par de décadas. Al placer de la contemplación se le ha unido el placer por la estética, el dominio de la técnica y, en muchos casos, la necesidad de compartir nuestros progresos o habilidades con una cámara fotográfica en las redes sociales. Pero quizás esto merezca un capítulo aparte en nuestro blog.

 

Santi Villa Director de Spainbirds Nature Tours