Alto Sil y Parque Natural de Somiedo, 2 a 5 septiembre 2020



Alto Sil y Parque Natural de Somiedo, 2 a 5 septiembre 2020

  1. Home
  2. Blog
  3. Alto Sil y Parque Natural de Somiedo, 2 a 5 septiembre 2020

Alto Sil y Parque Natural de Somiedo, 2 a 5 septiembre 2020

Nuestra excursión al Alto Sil leonés y el Parque Natural de Somiedo de este año comenzó con la reunión del grupo en Valdeprado. Después de impartir las instrucciones de la ruta que íbamos a realizar por la mañana pusimos rumbo a la cercana Braña de Susañe. Desde este bonito paraje iniciamos el ascenso que nos llevaría a la cabaña de la Pandiecha. Apenas vimos aves durante nuestro duro ascenso, en buena parte debido al calor que teníamos ese día... algún buitre leonado, un par de busardos ratoneros, y algún que otro acentor común y curruca capirotada fue casi todo el bagage ornitológico de la mañana. En los alrededores de la cabaña comimos y disfrutamos con las espectaculares vistas de esta parte del Alto Sil. Después de regresar a los coches nos dirigimos a los alrededores de Caboalles de Arriba para acercarnos a pie a uno de los mejores lugares que conocemos para observar oso en estas fechas (Por discreción, dada la sensibilidad de este lugar preferimos no dar más detalles). Después de una paseo de una media hora llegamos al punto donde colocaríamos nuestros telescopios. Unos minutos antes, y de forma totalmente inesperada, oímos una hembra de urogallo no lejos de nuestra posición. Por precaución decidimos no intentar verla dado que muy posiblemente tendría pollos. Apenas quedan 300 urogallos en la Cordillera Cantábrica, una especie que se encuentra al borde de la extinción en España, principalmente en sus enclaves cantábricos.

Llevábamos un rato escudriñando la ladera que teníamos frente a nosotros cuando uno de los participantes localizó al oso. Se formó un gran revuelo en el grupo y pronto los teles apuntaban al lugar donde lo que nos pareceía una hembra adulta no paraba de buscar alimento. Situada a una distancia de unos 800 metros la observamos voltear piedras y comer avellanas. No podíamos creer la suerte que habíamos tenido ¡Veíamos al oso en nuestro primer intento y con una luz de tarde perfecta! El vídeo que dejamos a continuación se realizó mediante técnica de digiscoping utilizando un teléfono móvil y un telescopio Swavroski ATX 85 mm

Después de unos 45 minutos de observación intermitente y con un largo camino de traslado a nuestro hotel, decidimos regresar a los vehículos, no sin antes observar a un macho de camachuelo pero que no todo el mundo vió. Finalmente llegamos a la que sería nuestra base en la comarca de Babia y muy cerca del pequeño pueblo de La Cueta. Allí nos esperaba una suculenta cena para poner un magnífico broche final a nuestro primer día de excursión.

Oso pardo en el Alto Sil leonés

El segundo día lo dedicamos por completo a visitar algunos de los lugares más populares de Somiedo. La mañana la pasamos enteramente en la zona de los Lagos de Saliencia, iniciando un paseo desde el Alto de la Farrapona hasta el lago de Cerveiriz. Buscábamos principalmente al treparriscos, que solo apareció fugazmente siendo visto únicamente por una de las participantes. Tampoco apareció el acentor alpino. Quizás las altas temperaturas de esos días fuera determinante para que las aves alpinas nos dieran esquinazo en esta ocasión. Sí tuvimos oportunidad de observar a cierta distancia las dos chovas, piquigualda y piquirroja, y también una pareja de roquero rojo. Los bisbitas alpinos estaban prácticamente por todas partes, y entre otras especies conseguimos observar collalba gris, abejero europeo, colirrojo tizón, acentor común... justo antes de comenzar nuestro regreso divisamos un par de buitres leonados junto al cadáver de una vaca. Finalmente uno de ellos perdió el miedo a los senderistas que andaban no lejos de allí y decidió acercarse a comer. El momento también pudimos captarlo con nuestro teléfono móvil acoplado al telescopio.

  

Buitre leonado comiendo carroña de una vaca en los lados de Saliencia

Acceso previo a divisar el primer lago de Saliencia, el de la Cueva.

Bisbita alpino

Apretaba el calor al mediodía cuando decidimos regresar. Justo en el momento en el que comenzábamos a cruzarnos con un gran número de visitantes. Para nuestro asombro el parking se encontraba a rebosar de vehículos por lo que decidimos dejar el lugar cuanto antes. La comida la realizamos en un área recreativa de Saliencia, junto a la piscina natural formada por el río del mismo nombre. Allí no sólo dábamos cuenta nosotros de nuestro almuerzo, ya que un simpático mirlo acuático hacía lo propio a escasos metros. 

La tarde la dedicaríamos primero a realizar la ruta entre Llamardal y la Braña de Mumián, para después trasladarnos al mirador del Príncipe en La Peral, donde haríamos una nueva espera para tratar de ver oso. No tuvimos suerte y desde la distancia intuíamos que la gente apostada en la cercana localidad de Gúa estaban teniendo éxito, ya que todo el mundo parecía mirar hacia un único lugar. Al día siguiente supimos que una hembra y su cachorro hicieron las delicias de esos mismos observadores.   

Braña de Mumián

Nuestro tercer día comenzaría precisamente en Gúa. Después de un buen madrugón y de desayunar en nuestro hotel rural, llegábamos al punto de observación poco antes de las 8 de la mañana, justo cuando comenzaba a amanecer. Allí tan sólo había unas 4 o 5 personas, que poco después se transformarían en una "muchedumbre" de unas 70. Las mismas que tampoco verían al plantígrado. Cada vez teníamos más claro lo afortunados que habíamos sido aquella primera tarde. 

Después de un reparador desayuno en el Restaurante Miño de Pola de Somiedo, y comprar víveres para los próximos dos días, pusimos rumbo a El Puerto. Allí pasaríamos la práctica totalidad del día entre brezales y piornos buscando un selecto grupo de aves. Así observamos varias collalbas grises y un buen paso de tarabilla norteña, con al menos un par de docenas de aves vistas. Quizás el grupo de las rapaces fue el que más tiempo nos mantuvo entretenidos, a los abundantes busardos ratoneros se les unían de vez en cuando algún águila calzada y, sobre todo, las algo más comunes culebreras europeas. Una de ellas precisamente dando buena cuenta en vuelo de lo que parecía un topillo, recordándonos que no sólo de reptiles vive la especie. También pudimos observar fugazmente una hembra de aguilucho pálido y varios cernícalos vulgares.  

Estábamos ya de regreso cuando a nuestras espaldas oímos nítidamente el reclamo de la perdiz pardilla, uno de los objetivos de nuestra excursión. La estuvimos buscando durante varios minutos hasta que por fin una solitaria perdiz dejó verse correteando para internarse rápidamente en una zona de piornos. Poca cosa para las ganas que teníamos de mostrar este especie a nuestros participantes, pero al menos sabíamos que en aquellos brezales aún podía verse esta especie cada vez más escasa y relegada a las zonas altas de un puñado de montañas del tercio norte peninsular. 

Macho de collalba gris

Culebrera europea

Panorama de las cercanías a El Puerto

Lugar donde estuvimos buscando pechiazules, y donde suelen observarse en primavera

El "momento perdiz" nos había abierto el apetito, así pues decidimos que era hora de regresar al pueblo, donde habíamos dejado los coches, y comer nuestros bocatas. En plena comida aperecieron dos alimoches, los únicos que veríamos en los cuatro días de viaje, dándonos un fabuloso espectáculo de interacción con algunos jóvenes ratoneros con los que compartían cielo. También un gavián nos sobrovoló rápido, desapareciendo en cuestión de segundos.  

Teníamos pensado volver a Gúa a probar nuevamente fortuna con los osos a la caída de la tarde, pero aún hacía demasiado calor y teníamos tiempo suficiente para dedicarlo a buscar aves en los alrededores del pueblo. 

Alimoche común

Otra vez calor, lo que dificultaba mucho poder estar cómodamente en el campo, y sobre todo, que animase a las aves a mostrarse. Algunos acentores comunes, collalbas grises, pardillos comunes, escribano soteño... pero sobre todo bastantes tarabillas norteñas nos amenizaron los momentos en los que sufríamos con unas temperaturas sorprendentes para la latitud en la que nos encontrábamos. De hecho parte del grupo decidió esperar a los más aguerridos (inconscientes?) cobijados en el bar El Coronel mientras se relamían con sus helados y sus cafés con hielo.

Era poco probable que diéramos con el armiño en esas condiciones. Sabíamos que uno de estos audaces mustélidos se había estado observando recientemente en los muros de piedra de los huertos, pero con ese calor a buen seguro preferiría la sombra. Era mejor momento, sin duda, para los reptiles. Sendos lagartos ocelados y verdinegros se dejaron ver... y el primero al menos retratar.  

Tarabilla norteña

Lagarto ocelado

Tarabilla norteña

Finalmente concluiríamos el día en el mismo lugar que lo iniciamos. El pueblo de Gúa. En las cerca de dos horas que dedicamos a realizar la espera apenas vimos un par de rebecos y una cierva con su cría, pero poco más. En los árboles cercanos sonaban los reclamos del reyezuelo listado y del mosquitero musical, ahora en paso, mientras que pudimos ver ambas especies de papamoscas, cerrojillo y gris. Iba a ser la primera excursión a Somiedo en estas fechas que no veríamos oso, ya que el cuarto y último día lo teníamos reservado para explorar los alrededores de La Cueta. Todo apuntaba a que los animales habían dejado de visitar los avellanos de las laderas circundantes.

Acumulación de observadores en el prado de Gúa destinado a concentrar los visitantes con intención de observar osos 

No viajaríamos lejos en nuestro último día. De hecho pasaríamos toda la mañana remontando el Sil hacia las conocidas Fuentes, donde nace el río, y posteriormente caminando por el valle de Chagüezos. Ambos parajes fácilmente accesibles desde el pueblo de La Cueta. En la ruta de la mañana destacamos la observación de águila culebrera (una de ellas posada en una roca cercana), cuervo, bisbita alpino, chova piquirroja, escribano cerillo... también detectamos el rastro de uno de los numerosos lobos que habitan esta comarca de Babia. Un enorme excremento constituido casi exclusivamente de lana de oveja. 

Excremento de lobo ibérico

Paraje en la ruta conocida como de las "Fuentes del Sil"

Acentor común

Llegado el mediodía regresábamos al pueblo para reponer fuerzas a base de unas bebidas frías y un chorizo local riquísimo. Despedíamos aquí a la mitad de los compañeros que habían pasado estos días con nosotros, mientras que con los que habían viajado en nuestra furgoneta decidimos realizar un corto paseo hasta la hora de comer. En lo ornitológico pocas novedades, aunque un curioso escribano montesino decidió adoptarnos como mascotas y nos acompañó una parte del camino, con el ojo puesto en el muro de piedra donde quizás tenía algún interés oculto y lo único que hacía era asegurarse de que nos alejábamos del lugar. En el suelo descubrimos las evoluciones cazadoras de un escarabajo tigre, el cuál parecía ir rastreando el terreno en busca de alguna presa. Estas pequeñas criaturas tienen una capacidad depredador implacable. Poco después iniciamos el segundo regreso al bar donde nos habíamos despedido de nuestros compañeros, para esta vez sí, devorar nuestros picnics mientras saboréamos una buena cerveza fría (sin alcohol ;-). Unos cafés pusieron punto y final a nuestro viaje por el Alto Sil y Somiedo comenzando el regreso a Madrid, llegando sin novedad poco antes de la hora prevista.

 

Escribano montesino

El grupo en la ruta de las Fuentes del Sil

Escarabajo tigre (Cicindela campestris)